Según algunos autores, una de las posibilidades más aceptadas sobre el origen
de la palabra “cátaro”, es la que procede
del griego καθαροι que significa
puro, aunque ellos nunca se denominaron a sí mismos como cátaros, sino únicamente
como buenos hombres y buenas mujeres.
Otra posibilidad que se baraja, es que "cath aris" o
"cath ari", también “gots aris" (ari o arius en
occitano-catalán; arrio) cuya traducción al completo sería "godos
arrianos", los cuales procederían de grupos de seguidores del Arrianismo. La palabra "cat" significa godo, ésta
la encontramos también en otras denominaciones como Cataluña, que a su vez proviene de la tribu de los cathalaunos.
Tras la cruzada contra el catarismo, muchos de ellos se dispersaron entre
Francia y algunas zonas de Navarra, el reino de Cataluña y Aragón (España
todavía no existía como tal) siendo denominados sus descendientes
despectivamente con el apelativo cagots (perros godos) o agotes.
Otro origen sugerido y menos apoyado, es
el término latino cattus “gato”, en
alemán ketter, asociado habitualmente por parte de la Iglesia
católica a los "adoradores del diablo en forma de gato".
El “catarismo” creció y disfrutó de la protección de personajes como Guillem
de Tolosa, así como de la mayoría de la nobleza occitana, la cual reconocía en
los cátaros un origen ancestral común. En poco tiempo, llegó a ser la
religión oficial de los condados que hoy conforman el sureste de Francia.
PRIMERAS
HEREJÍAS
Pero… ¿qué es
una herejía?
La palabra hereje procede
del latín hereticus, que significa opción, y del griego "airesis" que
significa decisión o elección. El término fue usado por los romanos por primera
vez cuando se estableció la nueva Biblia en el siglo III d.C.
aproximadamente, y se les denominaba así
a los que optaban por los antiguos evangelios.
Originariamente su uso estaba establecido
en relación a las personas que pertenecían a diferentes escuelas de
pensamiento. El término viene asociado por primera vez en el tratado de Ireneo de Lyon “contra
haereses” (siglo II) e iba dirigido especialmente contra los gnósticos. Más
adelante, fue degenerando hasta terminar siendo motivo de exterminio, como
todos ya conocemos, a través de la Inquisición.
En 1165, se condena por vez primera la
herejía cátara durante el Concilio de Tours, y en 1179 durante el de Letrán se
dictan las disposiciones contra los cátaros.
Es el 10 de marzo de 1204, que el papa
Inocencio II, intimida sin éxito al rey de Francia, Felipe Augusto, para que se una en la lucha contra la herejía. La herejía en cuestión era el catarismo, y este, para desgracia del Papa se encontraba protegido por el conde de Toulouse, emparentado con
casi todas las casas reales europeas.
El 15 de enero de 1208 el conde de
Toulouse es excomulgado y percatándose del peligro que corre intenta negociar
su situación, y cruzando el Ródano con su comitiva es alcanzado por una lanza,
muriendo al instante. El 6 de marzo de 1208 el Papa realiza un llamado a la
cruzada.
El inicio del
genocidio
El 20 de julio
de 1209, los cruzados sitian Beziers. Allí encuentran 220 cátaros y se inician
una serie de negociaciones con los cónsules de la ciudad. Dos días más tarde la
ciudad es devastada, matando a todos sus habitantes (más de siete mil) sin
distinción de creencias. Las crónicas afirman que Amalric respondió a la
pregunta de: ¿Cómo distinguiremos a los católicos de los cátaros? con la ya
conocida frase de “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos”.
A finales de
julio de ese mismo año, los cruzados han llegado a las puertas de Carcassonne.
Trencavel intenta negociar con Amalric mediante el rey Pedro II de Aragón. Se
le ofrecieron garantías a él, y a 12 de sus hombres a cambio de la rendición de
la ciudadela. A lo que respondió: Antes muerto que entregar al más humilde de
mis súbditos. Poco después comenzó el asalto a la ciudad.
Durante los
siguientes años se sucedieron sendas batallas, en 1213 tuvo lugar la derrota
cátara de Muret, y fueron cayendo todos, ciudad tras ciudad.
En 1225 se
convoca un Concilio Cátaro en Pieusse, donde se crea la diócesis del Razés. A
partir de ese momento, Roma impulsa una autentica masacre de herejes, y con la
institución de la “Santa” Inquisición, empiezan a ser perseguidos los
inquisidores por cebarse sobre occitanos populares (cátaros o no), siendo finalmente
expulsados de Toulouse tras un tumulto popular.
En 1242, en
Avignonet, sucede un episodio insólito, tras una sublevación se inicia una
matanza de inquisidores, la noticia corre como la pólvora.
En 1243, tan
solo queda Montsegur.
Montsegur, el último bastión
Monte seguro o
Montsegur, fortaleza inexpugnable, por su ubicación en lo más alto de un
escarpado risco y sus fuertes muros. No obstante, 20 mil soldados inician el
asalto y se encuentran con una resistencia que durará 11 meses.
El aislamiento,
sin agua ni comida, y el reducido espacio ocupado por 450 personas, entre ellos
200 cátaros, hará inevitable la derrota. La noche del 16 de enero de 1244, doscientos
quince cátaros son llevados a la explanada bajo las murallas, al pie de la
montaña y allí en una gran pira serán quemados. Hoy se levanta un estela en su
recuerdo y se conoce el lugar como el "Camp dels Cremats" (campo
de los quemados).
Quéribus,
fortaleza cercana, se entrega sin combate, corre el año 1255, y si algún cátaro
queda con vida ya no se encuentra allí, sino refugiados en las cuevas de Bouan,
Ornolac y Lombrives.
¿Versiones oficiales
u oficiosas?
Esta es la
historia “oficial”, pero hay mucho más detrás de esta fascinante crónica.
Por ejemplo… ¿Quién fue Guillaume de Nogaret?
¿Y Arnauld Amaury?
¿Templarios y cátaros compartían su oposición frente a
Roma?
¿Por qué reverenciaban estos últimos a Juan el
Bautista y negaban a Jesús?
Los cátaros
fueron seguidores de María Magdalena, y curiosamente Rennes le Chateau, no
tiene castillo pero se encuentra situado en el centro mismo de la triangulación
cátara. Además, el enigma aun no resuelto sobre la figura de François Bérenger
Saunière, el cura nacido el 11 de abril de 1852 en Montazels, nombrado párroco
de Rennes-le-Château, encontró algo que cambiaría el curso de la historia.
Se desconoce
qué fue exactamente lo que allí encontró, pero ciertamente, lo que sí se puede
asegurar, es que a partir de aquel día, Berenger-Saunière compró terrenos y
mandó levantar dos edificaciones; una mansión que bautizó como Villa Bethania,
y la enigmática Torre Magdala dedicada a María Magdalena.